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Alexander Hernández Chang

Sancti Spí­ritus (Cuba), 1987

Entrar en contacto con el trabajo de los nuevos creadores espirituanos, es siempre una excelente oportunidad para comprobar el buen estado de salud que hoy en día gozan las artes plásticas al amparo del Yayabo. En este sentido destaca la obra de Alexander Hernández Chang, joven egresado de la Escuela de Instructores de Arte en el año 2006. En su (hasta ahora) carrera, Alexander ha desplegado un amplio abanico temático que indaga en tópicos tan disímiles como identidad personal y colectiva, belicismo y pacificación, religiosidad y nihilismo ético-filosófico a partir del grabado, la pintura, la video-instalación y el performance, estrategias discursivas que le permiten articular una sólida poética, de elaborado trasfondo intelectual, donde muchas veces la participación del espectador desempeña un rol decisivo. La polisemia es una característica común a gran parte de su trabajo. Por citar algunos ejemplos, la video-instalación «El ojo del amo», resuelta con un mínimo de recursos, puede decodificarse desde la perspectiva religiosa, pues recoge uno de los programas iconográficos más comunes a la fe popular: el Ojo que Todo lo Ve, u Ojo de la Providencia, figura omnipresente en muchas viviendas cubanas, donde asume la responsabilidad de canalizar y neutralizar las malas energías o sentimientos negativos que puedan afectar nuestro desenvolvimiento económico y espiritual. Al mismo tiempo, reflexiona sobre el trabajo policial ejercido por las instituciones gubernamentales de cualquier nación (estructuras coercitivas que, en teoría, preservan el orden público y garantizan la seguridad de los ciudadanos) y, a la vez, indaga en la excesiva mediatización de los espacios citadinos, pues la inmediatez informativa que ofrece la fibra óptica, junto a la creciente democratización de la tecnología, contribuyen a desdibujar las fronteras entre lo público y lo individual, práctica que nos ha conducido a una alarmante pérdida de la privacidad. Otra pieza interesante es «Autorretrato», escultura de pequeño formato que parte del ready made al utilizar un Cubo de Rubik o Cubo Mágico, rompecabezas mecánico inventado por el arquitecto húngaro Erno Rubik en 1974. Gracias a Alexander, las superficies cromáticas de este célebre puzle han sido sustituidas por fotografías anónimas que, una vez desintegradas, pueden recomponerse gracias al esfuerzo intelectual y físico del espectador. En consecuencia, «Autorretrato» deviene una suerte de metáfora o alegoría sobre el proceso de formación identitaria, en constante evolución, donde se incluyen y/o discriminan patrones conductuales, preferencias sexuales y características fenotípicas. A la vez, reflexiona sobre la multiplicidad ética del individuo, capaz de camuflarse y adoptar posturas vitales según sus propios intereses. Fiel a la tradición académica, Chang también aborda técnicas ya tradicionales en las artes plásticas donde la pintura y el grabado se dan la mano. Como una hoguera secreta brillando en la oscuridad, las piezas reunidas bajo el título «En el ocaso» pueden compararse con una sinfonía vespertina, donde cada golpe de pincel se transforma en una nota musical. Fiel a los presupuestos del arte abstracto, estos óleos sobre lienzo no reflejan aspectos concretos de lo que llamamos realidad, todo lo contrario: pretender despertar en nosotros una amplia gama de sentimientos, quizá los mismos que el artista experimentó mientras trabajaba. En ellos encontraremos un poco del silencio y el lirismo propios de la naturaleza cuando el día cede paso a la noche, en ese momento impreciso, a media luz, donde reinan pasiones, recuerdos y melancolías. La técnica empleada por Alexander para ejecutar la serie incorpora materiales cotidianos que permiten manipular las sustancias cromáticas en una búsqueda constante de formas y texturas. Así, simples pedazos de tela o cajas de cartón sustituyen a prensas y pinceles, facilitando un ejercicio pictórico donde la espontaneidad y el instinto juegan un papel fundamental. Por si fuera poco, «En el ocaso» arrastra el nostálgico sabor a un período en la historia del arte cubano marcado por el abstraccionismo; camino seguido por muchos en los míticos años sesenta, y que actualmente retoman jóvenes exponentes interesados en explorar las posibilidades expresivas del arte no figurativo. Msc. Maikel José Rodríguez Calviño.

Ha participado en más de 60 exposiciones colectiva en Cuba y el extranjero y cuenta con 13 exposiciones personales entre las que sobresalen "Reflexiones en la mira" Colateral a la 12 Bienal de la Habana. Ciudad de la Habana 2015 y Reflexiones en la Galería Fayad Jamís en Sancti Spíritus. Cuba

Discursa a partir de la estética de la abstracción mediante técnicas mixtas

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